No hay para mí , mayor felicidad en el mundo, que programar una escapada a uno de mis lugares favoritos, Cádiz.
Y es que en la “tacita de plata” me han pasado tantas cosas buenas, que no puedo dejar pasar mucho tiempo sin visitar ésta bonita tierra, y, por supuesto, no podía dejar de mostrarlo y enseñaros los que para mí son los rincones mas preciados de ésta ciudad.
He aprovechado que en Granada ha sido la Feria del Corpus, y hubo unos días de puente, en los que yo he podido disfrutar, relajarme y desconectar unos días con un grupo de amigos en Chiclana de la Frontera.
No puedo ser más feliz simplemente con la luz que desprende Cádiz, sus playas, sus calles, su gente, su habla, me cambia la cara, me dan buenas vibraciones al instante .
Eran días de relax, así que elegí unos looks cómodos: cuatro bikinis, tres vestiditos monos para el día, y, no podían faltar un par de tacones y un vestido de noche. He de decir, que por una vez en mi vida he conseguido hacer un equipaje tan light, y es que me sucede como a todas, para dos días, llevo la casa a cuestas y la maleta llena de “por si acasos”.
Uno de los días de mi estancia , lo pasé en Cádiz capital de principio a fin. Me apetecía muchísimo pasear por la Plaza de la Catedral, el Jardín Botánico, la maravillosa Playa de La Caleta, y hasta dimos una vuelta por el Mercado.
Ésta vez, mi fotógrafa ha sido una de mis mejores amigas, una “francesita” cómo yo la llamo, afincada en Granada desde hace ocho años, con un acento francés-andaluz para morirse de risa. Otra enamorada cómo yo de Cádiz y que no quiso perderse mi paseo por la ciudad por nada del mundo. Un millón de gracias Amandine Duchene por acompañarme y tener tanta paciencia.
Empezamos haciendo una parada obligada: beber un vino blanco Barbadillo. ¿ Dónde ?…en la Plaza del Mercado, al más puro estilo “guiri“, cámara de fotos y móvil en mano para inmortalizarlo todo.
Empezamos haciendo parada obligada a bebernos un vino, blanco, Barbadillo, donde?? jajajajaja, en la Plaza del Mercado al Tras un pequeño break, proseguimos hasta la Catedral, y todas las pequeñas calles de alrededor, observando cada rincón, y quedándonos con la boca abierta en mas de una ocasión.
Aunque os cueste creerlo, no hicimos ni diez minutos de shopping, tan sólo una mini parada en una alpalgatería que nos llamó la atención porque es de esos negocios de los que ya no se encuentran. Me encantaron sus alpargatas en todos los colores, un básico de verano en todo armario que se precie.
Tras el paseo por Cádiz, no nos podía faltar un bañito, la playa de La Caleta es ideal. Un clásico de la ciudad que nosotras cómo buenas forasteras cumplimos a raja tabla.
Días de sol y mucha luz, una tarde fantástica por delante, y sobre todo mucha necesidad de descansar, desconectar y pasarlo bien, esa paz que necesitamos con urgencia a veces yo siempre la encuentro aquí, no dejéis de venir porque os vais a enamorar tanto cómo yo.
Sin palabras me quedo para poder transmitir mis sensaciones en éste lugar.
Sin más, Cádiz.